[REPESCA] La rebelión de los nerds

El cerebrito favorito de TV y el cofundador de la mayor empresa tecnológica del mundo

Hace algún tiempo encontré en la web de Paul Graham un ensayo titulado Why Nerds Are Unpopular, algo así como Por qué los cerebritos no son populares  Se trata de un artículo largo pero bastante interesante, ya que va más allá y analiza todo el sistema americano de clases y gradaciones dentro de la escuela primaria y superior.

El término nerd se utiliza en Estados Unidos para describir a una persona inteligente, mentalmente brillante, pero con habilidades sociales reducidas. Es lo que en español llamaríamos un empollón, o un cerebrito. En años recientes, el estereotipo se ha ido modificando (las gafas y la calculadora son ya opcionales), pero sigue siendo los bichos raros del colegio. No es justo, pero en nuestros días se sigue considerando a un superdotado intelectual como a una cosa rara, en tanto que ensalzamos a los superdotados en atletismo.  Imagínense cómo será la cosa en la sociedad escolar norteamericana, donde el capitán del equipo de fútbol o béisbol es la indiscutible estrella, admirado por todos y escoltado por esas chicas florero minifalderas conocidas como cheerleaders.

Ejemplos de película los tenemos, y muchos.  Sobre todo de “cerebritos” relacionados con física.  No se trata de agotar el repertorio, así que ahí van unos cuantos (sutil forma de decir que ahora no recuerdo de la misa la media).

Podríamos comenzar con Revenge of the Nerds, una película de 1984 horriblemente traducida en España como La Venganza de los Novatos.  En ella, los “novatos” se hartan del predominio de los estereotipos populares (atletas cachas y rubias curvilíneas) y se lanzan al contraataque.  Al año siguiente, aparece Escuela de Genios (Real Genius), en la que un grupo de cerebritos compiten por ser el más listo, en una especie de escuela Top Gun intelectual donde los mejores de los mejores se han reunido para romper las reglas y chulear al cuadrado.  Casualmente, Val Kilmer aparece tanto en Escuela de Genios como en Top Gun (¡adivinen en cuál de ellas NO sale Tom Cruise!)  Aquí los nerds, lejos de ser un grupo marginado, forman su propio ecosistema, incluyendo celos, desencantos y alegrías.

Hay muchas películas donde aparecen nerds.  En el subapartado “ríete de ellos, que a mí no me duele”, los nerds aparecen como científicos más o menos locos, más o menos inadaptados, incapaces de recordar el nombre de sus hijos, ya captan ustedes la idea.  Tenemos, por ejemplo, el papá chiflado de Cariño, he Encogido a los Niños, los diseñadores y técnicos de mantenimiento de Robocop, los diversos profes chiflados de, ejem, El Profesor Chiflado, el profesor Locovitch de los dibujos animados Autos Locos, el inolvidable e irritante Steve Urkel de la serie Cosas de Casa y múltiples personajes secundarios que hacen de poco más que de alivio cómico en películas como Inspector Gadget.

Hay una variante, algo más correcta políticamente, en la que los nerds pasan de ser bichos raros e inadaptados a tan sólo bichos raros.  En la actualidad, una de las series más populares en EEUU es The Big Bang Theory, donde un cuarteto de cerebritos absolutos viven en su mundo particular de teorías y pizarras blancas.  Tienen también elementos frikis y geeks, así que no es fácil separarlos.  En las películas de James Bond, el inolvidable Q se pasaba el día rumiando su “preste atención, 007” para que sus inventos fuesen tenidos en cuenta por el agente secreto guaperas.  Enemigo Público nos muestra a un excelente Gene Hackman dando vida a un nerd convertido en un ermitaño que trabaja en una jaula (literalmente) para no ser detectado por el gobierno. Y hay más ejemplos:

– El experto en radiación, de apellido griego variable, en Godzilla
– El médico y sabio en Master and Commander, al Otro Lado del Mundo
– El vulcanólogo en Un Pueblo Llamado Dante´s Peak
– Los genios de la NASA en Armageddon y Deep Impact
– La reconvertida Siguorney Weaver en Avatar
– La doctora Arroway en Contact
– Los empleados de Memory Call en Desafío Total
– Los cuatro cerebritos que bajan al fondo del mar en Esfera
El técnico de antenas reconvertido en salvador de la humanidad en Independence Day
Los científicos que acaban convirtiéndose en superhéroes, como Spiderman o Hulk
– … o en supervillanos, como el Doctor von Doom o el Doctor Octopus
– Los científicos que luchan contra La Amenaza de Andrómeda
– El egiptólogo que busca civilizaciones al otro extremo del universo conocido en Stargate
– El Doctor Cucaracha (con la voz inglesa de House) en Monstruos contra Alienígenas
– Lisa, la ecoconcienciada, levemente repelente y “sabelotodista” hija de Los Simpson
– Spengler y Stantz, el corazón científico de los Cazafantasmas
– Hermione Granger, la inestimable ayuda cerebral al no siempre brillante Harry Potter

Y por supuesto, no podemos olvidarnos del nerd entre los nerds, el cerebrito por excelencia: el señor Spock de la megafranquicia Star Trek.  Como podéis ver, el mundo del cine y la televisión está “nerdificado” a más no poder.

El problema que tienen los nerds no vulcanianos es que no proceden de un planeta donde la forma cool de ir por la vida es arquear una ceja y murmurar “fascinante” En el planeta Tierra, los nerds son útiles a la sociedad, pero a condición de que no se hagan notar demasiado.  Volviendo al primer párrafo, el artículo de Paul Graham (ahí va el enlace) intenta examinar los motivos por los que los cerebritos no son populares en la escuela.  Presenta algunos argumentos interesantes (con los que no tenemos necesariamente que estar de acuerdo), a los que he añadido comentarios de mi propia cosecha.

Afirma Graham, en primer lugar, que los nerds (hala, se me está pegando el término anglosajón) realmente no quieren ser populares.  En los “High Schools” norteamericanos todos quieren ser populares, famosos, admirados y envidiados.  Los nerds, no.  Bueno, he de matizar.  En realidad, sí que quieren serlo, igual que cualquier hijo de vecino, pero no se esfuerzan lo suficiente.  Los nerds tienen un mundo mental tan rico y apasionante que no se preocupan tanto por su aspecto físico, su ropa, su corte de pelo.  Quieren ser populares, pero también quieren ser inteligentes.  Y, parafraseando a Graham, ser popular no es algo que puedas hacer en tu tiempo libre, no en el fiero ambiente competitivo de una escuela de secundaria americana.

Cuando profundiza en los entresijos del sistema escolar americano, Graham da miedo.  Sobre todo, porque mucho de lo que dice puede aplicarse a las escuelas e institutos españoles.  La idea es la siguiente.  Se supone que un colegio es un sitio donde los niños aprenden, estudian y se relacionan entre ellos.  En teoría.  En la práctica, los profesores hacen el papel de carceleros en una prisión masificada.  Su misión se convierte en mantener en un lugar cerrado y controlado a centenares de enanos que no quieren estar allí.  La escuela se convierte en un microcosmos donde los estudiante forman sus propios grupos, sus afinidades, sus odios, sus alianzas.

En ese microcosmos que se crea dentro de los centros escolares se espera que chicos y chicas hagan todo lo imaginable por ser populares, guays, socialmente aceptables. Algunos se hacen comunistas, fascistas, podemitas o lo que toque más las narices en ese momento, no precisamente por convicción sino por parecer más “molones” y rebeldes; otros beben como cosacos, fuman o inician el camino de las drogas.  Van por su casa en plan rebeldes sin causa, cuando unos meses antes adoraban a sus padres.  Es lo trendy, la senda a seguir. Todo con tal de encajar, de molar, de llamar la atención.

Pero los cerebritos prefieren no jugar a este juego.   Si son atractivos, no se cuidan.  Si son atléticos, prefieren lucirse en la biblioteca que en la cancha.  Si tienen pasta, se compran un libro antes que unas Nike y se van a Futuroscope antes que a Port Aventura (a pesar de que también agradecerán las Nike y el viaje a Port Aventura).   Los nerds fijan sus prioridades de forma distinta.  Tienen cosas mejores en la cabeza, y no se esfuerzan como los demás en agradar a toda costa.

En consecuencia, los nerds forman una especia de presa natural para aquellos que necesitan meterse con alguien, el blanco de sus frustaciones.  Son el equivalente a la gacela herida en términos de vulnerabilidad.  Y no están solos en su valle de lágrimas, sino que forman parte de un grupo mayor que incluye otros a los que se pueda etiquetar como bichos raros: frikis, chiflados del ordenador, inmigrantes con acento raro, okupas, rastafaris, ponga usted su etiqueta favorita.

A la hora de desahogarse, nada como tener a mano a un grupo considerado inferior.  Paul Graham llega al extremo de recordarnos que, en Estados Unidos, el grupo social más hostil contra los negros son los blancos pobres. Puesto que carecen de dinero o posición social, al menos pueden sentirse superiores por el color de su piel.  Yo recuerdo que durante los disturbios raciales de 1992, originados por el caso Rodney King, los ciudadanos negros (bueno, afroamericanos) desencadenaron su odio y sus ansias de destrucción no contra los barrios blancos, sino contra los de otras minorías de mayor éxito económico y social: coreanos, chinos, hispanos.  Las casas y tiendas de los anglosajones blancos, el centro de la ciudad, los símbolos de poder de Los Ángeles … ni los tocaron.

Graham termina con una mezcla de pesimismo y esperanza que quiero compartir con ustedes:

“Los nerds que están en la escuela no deben contener la respiración.  Tal vez un día llegue al rescate una fuerza armada de adultos en helicópteros, pero no es probable que suceda este mes.  Cualquier mejora inmediata en la vida de los nerds tendrá que venir de ellos mismos.

Comprender la situación en la que están lo hace menos penoso.  Los nerds no son fracasados.  Tan sólo están jugando un juego diferente, uno mucho más cercano al del mundo real.  Los adultos lo saben.  Es difícil encontrar adultos con éxito que no afirmen haber sido nerds en el instituto.”

Termina Graham afirmando que su ensayo es, en el fondo, optimista.  Estoy de acuerdo.  Entender el problema es el comienzo de su propia solución.  Como adultos, podemos y debemos hacer más para entender a nuestros hijos.  Y con eso me refiero a entender su punto de vista y sus inquietudes, no a convencerles de que, sólo porque tienen videoconsola y viven libres de hipoteca, su vida debería ser feliz.

Y a vosotros, chicos, chicas, estudiantes que sudáis la gota gorda por sacar las asignaturas mientras pensáis en la fiesta del sábado y suspiráis por el chico/a de vuestros sueños, atended el ruego de este adulto: no la toméis con los cerebritos.  Ya lo tienen bastante crudo.  Recordad que, en esencia, son iguales que vosotros, sólo que ellos tienen otras cosas en la cabeza.  Literalmente.  Pero entre ellos hay gente estupenda, igual que en todos lados.  Intentad descubridlos y veréis que no miento.

Y además, cuando necesitéis ayuda antes del examen, ¿quién mejor que ellos para echaros una mano? Ellos son inteligentes. Sed listos vosotros.

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