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El gato de Schrödinger y la camiseta de la doble rendija son dos de los símbolos más conocidos en Mecánica Cuántica. Pronto habrá que añadir un tercero: el curandero cuántico. Sea porque el cine de superhéroes echa mano de charla cuántica con cada vez mayor frecuencia, o porque la palabra “cuántica” tiene para mucha gente el significado de “lo hizo un mago”, los sanadores de lo cuántico se extienden cada vez con mayor desfachatez anunciando sus productos, cualesquiera que son.
Se trata de un fenómeno llamativo pero nada original. Desde hace siglos, los curanderos han echado mano de la ciencia para vender sus productos, como si fuese una pegatina de calidad garantizada que solamente hay que pegar en la caja y listo. Por el contrario, la medicina actual está basada en la ciencia, y si no es perfecta sí garantiza las mayores tasas de éxito. La ciencia funciona, creas en ella o no; por desgracia, no sucede así con las pseudociencias.
En este libro hago un recorrido por diversos tipos de pseudoterapias: de alimentación, dietas, basadas en productos químicos, en deseos de la Nueva Era, incluso cuánticas. Para ello he echado mano del tatabuelo, un personaje que imparte su sabiduría desde el lejano año 2066. ¿Podríamos explicarle a sus tatanietos por qué creemos en terapias no probadas, por qué compramos productos de salud cuya utilidad no nos consta, por qué confiamos en el primer charlatán que pasa por el barrio en lugar? Una cosa es segura: si los trajésemos a nuestra época, reventarían de risa.
Bienvenido, querido amigo lector, al mundo de las pseudoterapias de 2019. Que pase a los anales de la Historia como una mera anécdota a pie de página es algo que depende de nosotros.