¿El Hubble se ha roto? Llama a los Space Cowboys

No hay problema. ¿Quiere que de paso se lo lavemos?

Mi grupo de investigación, en el que investigamos el efecto de los aerosoles en la atmósfera terrestre, acaba de abrir una nueva línea relativa a pólenes. Como queremos modelarlos como partículas esféricas recubiertas, y la parte computacional me toca a mí, no tuve más que abrir mi carpeta de programas antiguos en Fortran y recuperar uno que ya hice hace tiempo. Estaba en la Carpeta de Antiguallas, subcarpeta Programas Fortran Viejos, y la fecha de última modificación es de febrero de 1997.

Espero que todo vaya bien porque hay algunas cosas que ni siquiera recuerdo cómo hice. La subrutina de integración, por ejemplo, la basé en un método de cuadratura que no he vuelto a usar desde entonces; eso significa que, si me fallase por algún motivo, no sabría cómo arreglarla.

Sí, amigos, es perfectamente posible tener un programa de ordenador (o en general, un instrumento) tan viejo que ni sus usuarios sepan cómo funciona. Lo hemos visto en muchos casos. Yo mismo hice una presentación al respecto en Naukas Bilbao 2014 (Arqueología de Datos), e incluso escribí un libro sobre un caso de obsolescencia de película (Hackers del Espacio). En ese último caso, la historia involucra a la NASA, hackers de todo el mundo y una sonda interplanetaria. Tampoco podéis perderos la vez que los ingenieros retirados de la NASA ayudaron a resolver la llamada anomalía Pioneer (Cuaderno de Cultura Científica, 2013).

Lo cierto es que la obsolescencia es un tema apasionante en la exploración espacial, donde una sonda diseñada para cinco años puede acabar durando veinticinco, y hace poco tuve noticia de otro suceso similar tipo Space Cowboys (si no habéis visto la película, ya tardáis). Quizá no hayáis oído hablar de la anécdota que os voy a contar porque últimamente nos desayunamos con una astronoticia cada día: que si el capitán Kirk sale de paseo al espacio, que si los chinos siguen con su conquista del espacio, que si la sonda DART se dirige a hacerle un Armageddon a un asteroide… la verdad es que no paramos. Afortunadamente ha sido ya contado por otros, por ejemplo los chicos del El Confidencial, pero me apetece narrarlo a mi manera, así que ahí va.

Creo que no necesito explicaros cómo el telescopio espacial Hubble lleva treinta años enviándonos imágenes alucinantes del Universo, y de cuántos problemas técnicos ha tenido que solventar hasta ahora. En el momento de escribir estas líneas, el telescopio James Webb está a punto de ser lanzado para continuar la tarea. Podríamos pensar que al Hubble le quedan dos telediarios para la jubilación, pero viejo no significa obsoleto. Sigue siendo una plataforma excelente de observación.

Aun así, al viejo telescopio orbital se le notan los años, y este verano nos dio un buen susto. El problema estuvo en el ordenador de carga útil (Hubble Payload Computer, o HPC), que dirige los instrumentos científicos del telescopio, y que el 13 de junio de 2021 dejó de funcionar. Al hacerlo, el ordenador principal puso en hibernación todos los instrumentos e imposibilitó el funcionamiento del telescopio. La solución obvia de apagar y volver a encender no funcionó.

Afortunadamente había un HPC de repuesto, de modo que el día 16 la NASA anunció en un tono quizá un pelín optimista que iban a conectarlo para posteriormente reactivar los instrumentos. Dos días después reconocían que las instrucciones para reanimar el ordenador habían fallado. La cosa se complicaba.

El problema es que el HPC de repuesto nunca había sido usado desde que el Hubble fue lanzado en 1991; y esto no es un ordenador de esos que pulsas el botón y ya está todo en marcha. Hay que ponerlo en marcha siguiendo un protocolo de pasos.

Y ninguno de los operarios en activo del Hubble sabía cómo era ese protocolo.

Para finales de junio algunas voces autorizadas expresaron sus dudas de que el Hubble pudiera ser reparado. Quizá fuese hora de jubilar al viejo observador y darle las gracias por los servicios prestados.

Pero no estaba dicha la última palabra. Aún no. Parece que Nzinga Tull, jefe del equipo de reparación, se vio la película Space Cowboys, porque echó mano de la misma solución: buscar a los técnicos originales. Muchos de ellos, retirados pero con la cabeza muy bien amueblada, acudieron a la llamada de auxilio, y con la ayuda de la vieja documentación técnica (hablamos de papeles de hace 40 años), se pusieron a darle al coco como en los viejos tiempos. Tras un par de semanas de mordida de uñas a escala masiva, se consiguió resolver el problema, y para el 17 de julio la NASA anunció que el Hubble volvía a sus tareas científicas habituales.

Durante el mes que duró la crisis la NASA no le dio apenas publicidad a la ayuda que le prestó su equipo de jubilados. Sólo cuando el Hubble fue reparado se hizo una referencia a los alumni [antiguos empleados] que se presentaron para prestar su apoyo y experiencia. No creo que fuese desprecio, sino más bien autoprotección contra el ridículo: reconocer que durante un mes entero la mejor baza de la NASA fueun puñado de septuagenarios retirados no encaja mucho con la imagen de profesionalidad y alta tecnología que tanto cuidan. Cuando todo ya había vuelto a la normalidad se permitieron decir toda la verdad, y el 19 de julio reconocieron la valiosa contribución de los empleados jubilados. Eso sí, la versión oficial insiste en que “ayudaron” al equipo de recuperación, mientras que yo me lo imagino justo al revés: los vejestorios resolvían el problema mientras los jovenzuelos ponían cara de no entender esa tecnología tan viejuna.

Los ingenieros retirados se fueron a su casa, puede que para rezongar ante sus esposas lo patosos que son estos jovenzuelos de hoy día, y las operaciones del Hubble volvieron a la normalidad. O caso. El 1 de noviembre, la NASA informó de otro fallo en el telescopio: de forma inesperada, los instrumentos científicos pasaron a modo seguro. Durante este mes se ha ido recuperando el control de los instrumentos científicos, pero aún no han vuelto todos a la normalidad, y no lo harán hasta dentro de varias semanas. Por el momento no sabemos cuál es el motivo del fallo, aunque no parece tener relación con el problema de junio. Menos mal, porque los jubilados de la NASA tienen derecho a disfrutar de su tiempo libre sin que les llamen cada seis meses a arreglar trastos viejos.

Ah, y respecto a mi viejo programa en Fortran, aún no sé si va a funcionar. El problema no es el programa en sí, sino el hardware: hace unos días mi viejo ordenador dejó de funcionar. Afortunadamente tengo una copia desactualizada, y escribí las modificaciones en una copia en papel. Ahora sólo tengo que esperar que me traigan el ordenador nuevo (sí, por fin voy a tener máquina nueva) y confiar en que mi viejo código compile en gfortran y corra en un ordenador con Windows 11.

Seguro que todo irá como la seda. ¿Qué podría salir mal?

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