(Primera parte; segunda parte)
Los que me seguís sabréis que tengo un proyecto al que llamo Laboratorio Gorila, y que consiste en usar móviles tipo smartphone como plataforma de sensores para medir todo tipo de variables físicas de interés. Lo pensé sobre todo para un laboratorio de prácticas, pero podemos usarlo para hacer ciencia ciudadana (más información sobre el Laboratorio Gorila en este post y en esta lista de reproducción de vídeos).
Una de las cosas más curiosas de mi móvil es que puede medir presiones ya que tiene un barómetro incorporado. Es curioso que los móviles modernos tiendan a NO llevar barómetro, pero en modelos más antiguos sí podemos encontrarlos (son viejos, no obsoletos, queridos).
Así que podéis imaginaos cómo se me quedó el cuerpo cuando Andrew Higgins, del que os hablé en el primer post de esta serie, comentó por Twitter que quizá se podría detectar [la onda expansiva] con el móvil. Dicho y hecho, comencé a hacer algunos cálculos para ver si la onda ya había pasado o todavía quedaba tiempo. Tomando datos de Higgins (v=330 m/s), y modificando el punto de escucha en Granada, a 18.000 kilómetros de distancia, me salía un tiempo de viaje de 15h 4m. Como la explosión fue a las 05:10 horas (horario peninsular), me salía una hora de llegada de las 20:14 horas. Miré al reloj. ¡Eran las 20:12! Cogí el móvil, abrí la app y le di a grabar. Un par de horas después detuve la grabación.
Eso fue lo fácil. La parte difícil estuvo a la hora de procesar los datos. Como todo experimento improvisado hubo algunos problemillas. Los principales fueron:
- La extracción de datos. Cuando fui a buscar el archivo de datos al móvil, resulta que no se había grabado nada. ¡Modo pánico! Al final resultó que la app había cambiado recientemente su modo de guardar los datos; ahora los almacenaba en la propia app en lugar de en un archivo aparte. No podía guardarlo en disco, así que intenté enviármelo por email. No funcionaba. Activé la sincronización de la app de correo… y por fin apareció.
- La reducción de datos. La app guardaba datos de presión cada décima de segundo, lo que significa que tenía más de 70.000 filas de datos. Demasiadas. Para reducir los datos a un tamaño manejable, cogí una fila de datos por segundo; y cada dato era el promedio de los diez segundos anteriores. De ese modo se reducía tanto el tamaño del archivo de datos como el ruido, ya los datos fluctuaban de una medición a otra.
- La conversión de datos. Una de las cosas que más me costó fue darle formato a los datos. El tiempo estaba en la forma 20:19:32:805;947,39 (20h 19 minutos 32,805 segundos, presión 947,39 hectopascales), y tuve que trabajármelo hasta poder ponerlo en formato útil.
Comento lo anterior para recordaos que el paso de datos a información legible no siempre es rápido ni sencillo. Afortunadamente lo conseguí. Tengo todos los datos en una bonita hoja de cálculo y puedo enseñaros el resultado. Confieso que, mientras veía los datos registrados en tiempo real en el móvil, no me dio la impresión de haber detectado nada reseñable. Pero luego vi esto:
El pico son en realidad dos picos alrededor de las 21:40 horas. La onda comienza a llegar hacia las 21:34, alcanza el máximo a las 21:36, sigue una depresión a las 21:38, vuelve a aumentar a las 21:42 y vuelve a caer hacia las 21:46. Ignoro si las oscilaciones posteriores son parte de la onda de choque (creo que sí pero no puedo asegurarlo); si es así, el fenómeno se extendió hasta las 20:10 aproximadamente.
Reconozco que esperaba algo distinto, pero el patrón pico-depresión-pico es algo que también han detectado en Mallorca y Tabarca (ver segundo post).
Personalmente estoy muy contento. He podido detectar una explosión a 18.000 kilómetros de distancia, con detalles a la décima de segundo; y además, con el móvil que uso habitualmente.
No soy el único que lo ha conseguido. Poco antes de escribir estas líneas me ha llegado un tuit de @dziban303 en el que comparte sus resultados, obtenidos en Nueva Orleans, EE.UU. Ha usado la misma app (Physics Toolbox Suite) y un móvil Pixel 4a:
No sé qué más decir. Me gustaría escribir para una revista de física didáctica y mostrar el poder del smartphone. Mientras me decido, aquí están estos tres artículos de blog. Disfrutadlos y compartidlos todo lo que queráis (citando autor y procedencia, porfa).
Saludos desde el Laboratorio Gorila.