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La luz del sol comenzaba a brillar sobre los tejados de Zurich. Un rayo entró por una ventana e hirió los cansados ojos de Albert, el desaliñado empleado de patentes de segunda clase. Una nueva noche, improductiva como las demás hasta ese día, había terminado. El éxito seguía eludiéndole. Cuando Albert miró a su alrededor, notó que algo no cuadraba, un detalle sutil pero agradable. Finalmente cayó en la cuenta: por lo visto, durante su siesta de medianoche la señora de la limpieza había puesto en orden su mesa de trabajo. Ahora todo estaba bien ordenado, los papeles ordenados en pilas. A Albert le gustó lo que vio. Esta mesa está bien ordenada y todo cuadra bien, se dijo a sí mismo. Es una mesa correctamente cuadrada. E eme c c. Hum. E m c cuadrado. De repente, un destello cruzó su mente…
Lo siento, amigo lector, esto no funciona así. Para trabajar en ciencia hace falta probar y fallar, volver a probar y volver a fallar. Es la base de lo que se llama el método científico, un procedimiento usado por la ciencia para buscar la verdad en la naturaleza. Usado por investigadores a lo largo de la historia, el método científico se basa en observar, experimentar, formular conjeturas, verificarlas y comunicarlas. Simple, eficaz, demoledor.
El método científico y su aplicación es el eje central de este libro. A lo largo de sus capítulos podrá comprobar cómo sus diversos elementos se utilizan para favorecer el avance de la ciencia y la tecnología, y cómo se puede diferenciar el saber científico real de la charlatanería pseudocientífica que nos rodea. Por supuesto, ni siquiera en ciencia debemos creernos todo lo que vemos, así que hay que aprender a ser escéptico (en el buen sentido) y a no caer en las falacias lógicas que nos rodean por todas partes. Completaremos el kit del buen científico con una introducción al anumerismo y cómo podemos evitar que nos tomen el pelo con números y gráficas.
Fue Thomas Edison quien dijo que el genio tiene un uno por ciento de inspiración y un 99 por ciento de transpiración, es decir, de trabajo duro. Sí que necesitamos destellos de genio como el de nuestro amigo Albert, pero aunque no lleguen siempre podremos sacar partido al trabajo duro. Ensayo y error, amigo lector, ensayo y error.